¿Fanatismo religioso o discriminación contra Pueblo Indígena Ngöbe Buglé?

Ngöbe Gublé
(Por abogada: Eylin Alvarez  – secretaria@iricas.org)
Este evento no debe ser aislado a cualquier caso de homicidios inescrupulosos que vulneran derechos humanos, debe ser repudiado por cualquiera de nuestros pueblos indígenas y no indígenas. Se deben tomar medidas jurídicas urgentes para proteger a las comunidades indígenas originarias,  que estas instituciones religiosas que hacen vida en cualquier territorio puedan ser supervisadas de manera permanente por las autoridades estatales y ancestrales, porque detrás de figuras de bondad pueden esconderse planes de homicidio que buscan atentar contra costumbres ancestrales, hecho que deberá ser investigado mas a fondo de cúal es la intención verdades de los hechos ocurridos.
(Por abogado: Wilfredo Chau – w.chau@iricas.org)
Se podrá rescatar que frente a estos actos de odio religioso, los pueblos indígenas enfrentan esta problemática de manera colectiva étnico cultural, activando un mecanismo de protección propia comunitaria. Finalmente, ante estos hechos IRICAS ORGANIZACIÓN rechaza todo acto criminal de fanatismo religioso, los cuales deben de ser desterrados y castigados por tratarse de discriminación religiosa con atenuante xenofóbico. Es importante resaltar que los pueblos indígenas originarios del caribe panameño  no cuentan con una herencia religiosa institucional, mas por el contrario, estos pueblos vienen practicando una espiritualidad étnica ancestral muy rica desde la cosmogonía y su conexión con la naturaleza que la sociedad debe de conocer para comprender la riqueza de nuestra humanidad.

Imagen de  PANORAMA.com.ve  Por:  AFP

“Nadie puede dormir” en comunidad indígena de Panamá tras masacre ejecutada por secta

Desde la matanza a golpes y machetazos de los seis niños -de entre 1 y 17 años- y de la mujer embarazada, madre de cinco de esos menores, muchos indígenas se han agrupado para vivir juntos.

Nadie puede dormir, apenas se siente un grillo o una cucaracha todo el mundo se pone en alerta“, asegura Pacífico Blanco, habitante de Altos del Terrón, la comunidad indígena de Panamá donde la semana pasada una secta sacrificó a seis niños y una mujer embarazada.

Biblias, mensajes alusivos a Satanás y ropa amontonada aún se pueden ver en la iglesia improvisada donde ocurrió la masacre, ubicada en medio de la jungla.

La vegetación y las altas paredes de madera impedían, antes de la des-articulación de la secta, ver el interior del templo. Por eso, y por los habitualmente bulliciosos rituales que se realizaban, la comunidad no sospechó de lo que ocurrió la semana pasada cuando durante un culto religioso miembros de la secta que funcionaba allí asesinaron a siete indígenas.

Los cuerpos fueron hallados -amarrados y en avanzado estado de descomposición- en una fosa común en un cementerio, ubicado a una hora del lugar.

Desde la matanza a golpes y machetazos de los seis niños -de entre 1 y 17 años- y de la mujer embarazada, madre de cinco de esos menores, muchos indígenas se han agrupado para vivir juntos.

Así pretenden defenderse de otras hipotéticas sectas o de cualquier venganza que trataran de llevar a cabo familiares de los presuntos asesinos.

Yo sinceramente paso la noche triste preocupado por los sobrinos que me han quedado“, asegura Edison Ríos, hermano de la mujer asesinada.

Lo paso mal pensando por ellos, ¿qué tal si hoy o mañana regresan y me pueden acabar con los niños que han quedado?“, añade.

No podemos alejarnos, tenemos que estar unidos“, confirma la joven Hermelinda Santos a pocos metros del puesto policial.

 Nadie sospechó de los ruidos 

Según la Fiscalía, los 10 acusados, todos en detención preventiva, amarraron a los indígenas y les pegaron con biblias, palos y machetes hasta ocasionarles la muerte. La madre, llevada a la fuerza a la iglesia, fue asesinada delante de sus hijos, que luego fueron ultimados ante todos los presentes.

Algunos testimonios de víctimas manifiestan que el líder de la secta ordenaba las ejecuciones por supuestas órdenes de Dios para “sacar el demonio” del interior de los indígenas.

“Usaron el nombre de Dios aquí para atrapar y secuestrar gente, para seguir matando“, afirma incrédulo Pacífico Blanco en la iglesia.

Los vecinos relatan que no sospecharon de lo que ocurría porque la denominada iglesia “La Nueva Luz de Dios” llevaba varios años realizando allí bulliciosos rituales religiosos sin mayor problema.

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Fuente fotográfica: fedgeno.com

Por tanto, en los días en que ocurrió la matanza tampoco dieron importancia a los gritos que provenían de la iglesia.

Se escuchó la bulla, pero nadie se enteró” de lo que en realidad pasada, porque pensaron que “estaban alabando a Dios“, comenta el indígena Diomedes Blanco.

 “Obra del mismísimo diablo” 

Todo cambió cuando varias personas lograron escapar heridas y contaron a las autoridades de las agresiones que habían sufrido.

Entonces se supo que “estaban capturando personal para llevarlo a la iglesia para masacrarlo y la gente se fue alarmando“, recuerda el cacique Santos.

La policía entró a la iglesia el 15 de enero y detuvo a los miembros de la secta, que en ese momento tenían retenidas a 15 personas, incluidos varios niños. Los agentes sospechan que también iban a ser sacrificados.

De aquí en adelante nosotros no le vamos a creer a ninguna religión que entre (a la comarca) porque es un peligro para nosotros. Tenemos miedo de lo que hemos visto“, asegura Pacífico Blanco.

Una fina lluvia cae sobre las humildes casas de madera y paja, donde algunos niños sonríen mientras juegan con sus mascotas.

Los adultos conversan sentados en grupo en sus rudimentarias viviendas, algunos con el semblante triste y la mirada perdida. Cerca, un grupo de indígenas ha empezado a recibir atención médica y psicológica.

Narciso, un policía jubilado que ahora transporta personas en cayuco (bote) hacia Altos de Terrón, lo tiene claro: “Para mí esto ha tenido que ser obra del mismísimo diablo“.