Magdalena, indígena del Pueblo Pemón encuentra protección en Tarauparu.

Después de que estallara la violencia en su natal Venezuela, miembros del grupo indígena Pemón huyeron a una aldea al otro lado de la frontera en Brasil. Indígenas venezolanos buscan la seguridad a través de la frontera en Brasil.

(por: Dr. Wilfredo Chau – w.chau@iricas.org)

La República Bolivariana de Venezuela promulgó la LEY DE EXTRANJERÍA Y MIGRACIÓN N° 37. 944, el 24 de mayo de 2004, que permanece vigente al día de hoy, es un avance jurídico y ejemplar en materia de derechos de migración en la región suramericana, sobre todo para aquellos países que cuenta con pueblos indígenas originarios asentados en zonas de frontera. Este avance en materia de ley cumple con el mandato de la normativa internacional sobre pueblos indígenas tribales porque ratifica su derecho a libre determinación de transito de pueblos indígenas venezolanos en territorios ancestrales de los países vecinos, esto considerando que en la actualidad existen pueblos indígenas originarios en condición  binacional o trinacional y en otros casos hasta penta-nacionales por ser parte del Tawantinsuyu. Este modelo de ley de extranjería y migración venezolana estipula lo siguiente:
Integración Cultural de los Pueblos Indígenas
Artículo 60. A objeto de facilitar la integración cultural del pueblo indígena que comparten territorios de dos (2) o más países, así como el derecho a la práctica de sus valores, usos y costumbres, el país se compromete a instrumentar el establecimiento de Convenios que coadyuven a la unidad cultural y al mantenimiento de sus formas de vida.

Este articulo de la ley venezolana N° 37. 944 otorga beneficio  y ejercicio de derechos colectivos a sus pueblos indígenas originarios de una etnia que tengan un origen común, usos y costumbres , historia e identidad étnica con grupos étnicos culturales símiles residentes en otros países, de esta manera se motiva el derecho de integración de pueblos indígenas con respaldo de ley.


A continuación un extracto de un articulo,  Por: Roger Burks en Tarauparu, Brasil  |  del 09 de agosto de 2019

Una noche de febrero, los habitantes de un pequeño pueblo indígena en una de las zonas más remotas de Brasil se despertaron con unos extraños sonidos: voces humanas y pasos que atravesaron la cacofonía de animales nocturnos y hojas susurrantes que forman la banda sonora nocturna habitual que emana del bosque circundante.

Los recién llegados habían cruzado la cercana frontera con Venezuela. Habían huido de sus hogares, cargando pequeños paquetes con ropa, sábanas y otros artículos esenciales, realizando caminatas por horas a través del espeso terreno cubierto por selva, con el fin de encontrar un lugar seguro. Grupos armados que merodeaban habían atacado sus comunidades, y ellos temían por sus vidas.

Los recién llegados son venezolanos del grupo indígena Pemón-Taurepã, el mismo grupo al que pertenecen los habitantes de la aldea Tarauparu, del lado brasileño de la frontera.

Los locales de Tarauparu de inmediato acogieron a los asustados y exhaustos recién llegados.

Entre ellos se encontraban personas enfermas y con discapacidades, bebés, niños, niñas y mujeres embarazadas”, dijo Aldino Ferreira, de 43 años, y que sirve como Tuxaua o jefe de la comunidad Tarauparu. “Decidimos acoger a estas personas refugiadas con el corazón abierto”.

El primer día llegaron 67 personas. Los siguientes dos días, llegaban más de 100 a diario. Y durante seis días seguidos continuaba llegando gente”, dijo Aldino, agregando que, en total, más de 1.300 Pemones del otro lado de la frontera habían sido acogidos en Tarauparu, que antes de la crisis tenía solamente 263 habitantes. “Ha sido muy difícil. No podíamos ni imaginar cuántos vendrían”.

Una de las personas recién llegadas es Magdalena, de 21 años, y quien huyó de su hogar en Sampai, Venezuela, después de que grupos armados en una ciudad cercana abrieran fuego contra quienes protestaban allí, matando e hiriendo a varios de sus vecinos Pemón-Taurepã.

Vivíamos en nuestra ciudad, felices y de forma pacífica hasta que llegó la violencia”, dijo Magdalena, quien estaba embarazada cuando tuvo que huir con su madre, su abuela y tres niños de cinco, tres y un año. “Nunca pensé que esto nos pasaría. Tuvimos que salir de pronto”.

La familia se dirigió al sur, haciendo su camino entre la densa vegetación, manteniéndose lejos de la carretera y caminos bien transitados, donde temían ser víctimas de las pandillas que merodean esos caminos. Con solo un poco de ropa y sábanas, la familia llegó a Tarauparu en el medio de la noche, donde fueron recibidos por los locales, quienes los guiaron con el tenue resplandor de las linternas.

Aunque los residentes de Tarauparu han demostrado ser muy serviciales y resilientes frente a esta afluencia sin precedentes de personas, dando a los recién llegados acceso a un tanque de agua comunitario y organizando comidas comunales, los recursos de la comunidad han sido agotados. ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, intervino rápidamente para tratar de aliviar la carga, entregando alimentos, mantas, colchones, juegos de cocina, suministros de higiene, materiales para albergue y otra ayuda para salvar vidas en Tarauparu.

La logística es un gran problema”, dijo Aldino. “ACNUR está aquí todos los días. Estamos trabajando para abordar los desafíos”.

Con el colapso de la economía de Venezuela y la resultante escasez de alimentos y medicamentos, la inflación paralizante y la agitación social generalizada, no está claro cuándo, o incluso si, los cientos de Pemones que han encontrado seguridad en Brasil regresarán a Venezuela. Como resultado, ACNUR está trabajando con Aldino para encontrar soluciones de vivienda a largo plazo en Tarauparu y otras aldeas cercanas.

Los otros Tuxauas (jefes) se reunieron y decidieron recibir a las personas refugiadas con el corazón abierto”, dijo Aldino.

Mientras tanto, el pueblo que se ha cuadruplicado en tamaño en los últimos meses está creciendo aún más. Magdalena, la joven madre de tres, dio a luz a su cuarto hijo a la sombra de un árbol a las afueras de Tarauparu. El bebé nació antes de que la ambulancia pudiera llevarla al hospital más cercano, que está aproximadamente a 10 kilómetros de distancia.

Si bien la cultura Pemón generalmente dicta esperar varios días antes de nombrar a un recién nacido, Magdalena notó que un médico había garabateado un nombre en el historial del bebé: Neymar, el nombre de la superestrella del fútbol brasileño.

Quiero que tenga un nombre de aquí”, dijo Magdalena con una sonrisa, “así que está bien quedarse con Neymar”.


Así mismo es importante resaltar el trabajo sobre derechos de migración de parte de la República Federativa del Brasil produciendo políticas públicas migratorias, pero con menor entusiasmo y preocupación por sus etnias y pueblos indígenas amazónicos,  que el trabajo de su homólogo República Bolivariana de Venezuela. Brasil cuenta con una fresca ley promulgada denominada, la nueva Ley Nº 13.445, del 24 de mayo del 2017 que se enfoca más en lo humanitario entre otros conceptos importantes. A su vez es importante resaltar  la aprobación en marzo de 2017 de la Resolución Normativa 126, por el Consejo Nacional de Inmigración (CNIg), que permite la concesión de residencia temporal para los migrantes que ingresan a Brasil por tierra y que son nativos [indígenas originarios] de países fronterizos como son: Venezuela, Guyana, Guayana Francesa y Surinam.

Estamos seguro que los hermanos de pueblos indígenas binacionales, en este caso Pemónes, no tienen ninguna clase de apatía o xenofobia puesto que los pueblos indígenas originarios  son hermanos de territorios ancestrales o milenarios, lo denominado por investigadores “naciones originarias o primeras naciones” existentes  mucho antes que aparecieran los actuales países (repúblicas), siendo estos últimos quienes realmente siembran conflictos por cuestiones políticas y económicas. Debemos resaltar este acto de los pueblos indígenas venezolanos y brasileños con hermandad étnica como ejemplo, sirva de inspiración objetiva a los gobiernos, diplomáticos y políticos de algo muy esencial para nosotros los indígenas y sus pueblos, lo que denominamos arraigo ancestral.

Fuente:

https://www.acnur.org/
https://www.unicamp.br/unicamp/ju/noticias/2018/01/31/nova-lei-de-migracao-ignora-drama-de-indigenas-venezuelanos
http://www.planalto.gov.br/ccivil_03/_ato2015-2018/2017/lei/l13445.htm